sábado, 7 de julio de 2012

NEGRO, NEGRÍSIMO

 
En su carta a los Reyes Magos, a Marianito le faltó papel para escribir todos sus deseos, así que hizo trampa y sobornó a su prima con unas chuches, «sales ganando, tú hazme caso». Y aprovechó bien su espacio, ya lo creo.  Lo primero que se pidió fue una máscara de carnaval, como habían hecho sus hermanitos mayores, el Joselu y el Josemari, que, oyes, les había dado su juego.  También añadió a la lista una cartera de piel, un gabinete de asesores, que nunca se sabe, y un par de negros, por si acaso. Como su amigo Felipe, para no pillarse.

El día señalado, el pequeño se encontró con todos sus regalos y alguna sorpresa más. Al salir a la calle con sus juguetes, comprobó con regocijo que los demás niños, salvo Soraya, Luis y alguno más, se lamentaban, sin saber qué hacer con unas piedras de carbón entre sus manos, que les tiznaban el rostro y la ropa, «nos hemos portado mal», repetían, mohínos, «tenemos que ser más obedientes este año».

Y, de momento, ahí siguen sin saber por dónde tirar. Y la prima, amenazando con cobrarse lo suyo.


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